Sordceguera, educación y familia. Análisis y reflexiones sobre la obra “El Milagro de Anne Sullivan”, estrenado el día 6 de febrero en el Teatro del Raval, en Barcelona

LA ENSEÑANZA DE HABILIDADES DE COMUNICACIÓN

Antes de empezar a hablar sobre el personaje es obligatorio hacer un inciso en la actriz que la interpreta: Mar Ferrer. Una actuación brillante e intensa que ya merece por sí sola pagar el precio de una entrada. El repertorio de manierismos, estereotipias y conductas que desarrolla al largo de la obra son muy verosímiles.

Las reflexiones sobre la sordoceguera, tal y como se narran en la obra, Helen Keller se queda sordociega prematuramente, a los 19 meses de edad. Anne Sullivan, su maestra, empieza a trabajar con ella cuando tiene 7 años y le enseña el alfabeto dactilológico sobre la mano. Letra por letra, le va letreando acciones y objetos de su alrededor.

Siendo un caso que podríamos considerar “casi congénito”, donde la persona todavía no ha desarrollado habilidades del lenguaje, choca que Anne escoja este como sistema alternativo de comunicación, y aún más que Helen lo aprenda tan rápido. Habitualmente, en los casos de sordoceguera congénita los primeros tipos de sistemas de comunicación que se utilizan son icónicos y sencillos, utilizando signos extraídos de la lengua de signos u objetos referentes, por ejemplo. A priori no es lógico que intentemos utilizar letras de una lengua oral a la cual la niña no ha tenido acceso.

Sea como sea, la realidad puede superar la ficción. Efectivamente, según está documentado, Anne utilizó dactilología y Helen empezó a entender las primeras palabras en tan solo un mes de intervención. Cabe decir que cuando Helen se quedó sordociega ya tenía un pequeño repertorio oral; y también es importante tener en consideración que, por el contrario de lo que se sugiere en el texto de la obra, donde vemos que Helen previa a la llegada de la mediadora parece no tener ningún sistema de comunicación, en realidad ya había desarrollado un lenguaje de unos 60 signos cinésicos (signos corporales adoptados cotidianamente). Así que Anne Sullivan no comenzava a trabajar la comunicación totalmente desde cero.

LA REALIDAD Y EL COMPORTAMIENTO DE HELEN

En la obra de teatro también vemos una Helen con un comportamiento muy disruptivo: rompe platos, muerde, araña, pega, da puntapiés… Es bien cierto que en casos de sordoceguera tan prematuros acostumbramos a encontrar este tipo de comportamientos. Generalmente, están relacionados con frustraciones comunicativas, derivadas de la imposibilidad de hacerse entender.

Pongámonos por un momento en el lugar de una persona sin un sistema de comunicación para hacerse entender: ¿cómo expresarías que tienes hambre, que te encuentras mal, que no quieres hacer lo que te proponen o que no estás comprendiendo lo que pasa a tu alrededor? Pues lógicamente acabarías por expresar con comportamientos de este tipo. Así que más que problemas de conducta los podríamo llamar problemas derivados de frustraciones comunicativas.

Pero, volviendo a la obra, a mi me parece ver que Helen se comporta “mal” no por sus frustraciones comunicativas, sinó que la mayor parte son comportamientos desafiantes: Helen está acostumbrada a obtener lo que quiere cuando quiere, y a que cuando da puntapiés, no solo todos corren a ofrecerle esto sino que también la premian con dulces para que se tranquilice. Lo que en diríamos popularmente una nena malcriada. Y es que el comportamiento es uno de los elementos más difíciles de entender en el ecosistema sordoceguera, educación y familia.

Sordceguera, educación y familia

Óscar, uno de nuestros usuarios, se pone contento con Mar Ferrer (Helen Keller) y Míriam Escurriola (Anne Sullivan) el día del estreno

SORDOCEGUERA, EDUCACIÓN Y FAMILIA. LA MEDIACIÓN DE ANNE SULLIVAN

El rol profesional que ejerce Anne recibe muchos nombres diferentes en la obra: institutriz, profesora, niñera, etc. En aquella época todavía no estaba generalizado el término con el que conocemos hoy este rol profesional: mediador en sordoceguera.

Como explica muy bien Anne a la familia de Helen, el eje central de la labor de un profesional con una persona sordociega congénita es procurarle el desarrollo del lenguaje, esencial para permitir su crecimiento como persona. Con esta finalidad aprovecha las oportunidades de la vida diaria y los intereses de Helen (por ejemplo, la muñeca), para signarle las palabras de los objetes y situaciones immediatas del entorno. Siempre anticipándose y repitiendo, provocando situaciones de aprendizaje. A la vez que le va enseñando pautas de conducta y habilidades de la vida diaria. Como vemos, en situaciones de sordoceguera, educación y familia van ligados en un sentido tan básico como el aprendizaje de métodos de comunicación.

La Anne de la obra tiene un estilo de mediación muy enérgicco, en algunas situaciones brusco y que puede parecer incluso violento. Sorprendida por este trato, cuando la madre pide explicaciones a Anne responde que Helen no necesita caricias ni afecto, sino que necesita disciplina. “La letra con sangre entra”, llega a decir.

Muchas veces Anne y Helen se enfadan abiertamente “o ganas tú o gano yo”. Es un planteamiento que puedo entender considerando por lado el gran repertorio de conductas desafiantes de Helen (desde el primer momento Anne no piensa permitir ni una, rompiendo el círculo de recompensas que las alimentaba), y por otra recordando que estamos hablando de otros tiempos, en los que estas estrategias pedagógicas, basadas en la autoridad y la disciplina férrea, estaban normalizadas.

No estoy intentando concluir que el estilo de mediación de Anne sea censurable, sino que reflexiono sobre el hecho de que hay otros estilos de mediación diferentes. Hay de duros y distantes como el que muestra Anne, y también hay de amorosos y próximos. El uso de un estilo u otro dependerá tanto de la personalidad del propio mediador, del temperamento de la persona con sordoceguera, y de los objetivos del plan de intervención a seguir.

Cabe decir que la Anne de la obra no es sólo golpes y peleas. La actriz Míriam Escurriola interpreta de manera muy acertada la mirada del “buen mediador” hacia su usuario: risueña, atenta y concentrada, curiosa, amorosa al fin y al cabo.

LA INQUIETUD DE LA FAMILIA

Antes de acabar esta entrada, hay que hablar del entorno familiar, también muy bien representado en esta adaptación. La familia comparte con nosotros todas sus preocupaciones y sus dudas, que pasados más de 100 años del caso de Helen siguen siendo los mismos.

Como vemos, sordoceguera, educación y familia es una combinación compleja. Tengamos claro que no podemos culpar a la familia por haber malcriado a Helen. Se trata de una situación habitual en estos casos: la familia se ve sobrepasada, agotada por una realidad que no sabe como conducir.  Pensamos que hasta el momento de la llegada de Anne, no habían encontrado a nadie que les supiera orientar, dándoles claves para entender la conducta de su hija y dándoles las herramientas para poder interactuar. Y las resistencias que demuestran delante el trabajo de Anne son las normales de cualquier sistema familiar.

CONCLUYENDO

Esta obra no sólo es una gran experiencia para el espectador, sin que también es una buena aproximación a la realidad de la sordoceguera, los retos que plantea y la manera de abordarlos.

Este texto no pretende ser más que reflexiones sobre la sordoceguera, y específicamente sobre sordoceguera, educación y familia, con los retos que representa a ambos lados. No os perdáis la oportunidad de ir a ver la obra, al Teatro del Raval y llevaros vuestra propia impresión. Habrá sesiones interpretadas en Lengua de Signos Catalana y contará con audiodescripción, así que no hay excusa para nadie. ¡Disfrutad!